Bésame manantial,
con tus líquidos labios.
Acaríciame madre del agua
con tus alas de fluido encanto.
Llena mi silencio de cantarinos chorros,
que laven mis adentros
y cubran con decoro de recatados musgos,
mis cánticos de oro.
Las musas se han dormido en el verde follaje,
como en hermoso nido, en descanso a su viaje,
que vienen desde lejos y quieren escuchar,
la voz de la natura, en mis labios hablar.
Profundos recovecos, de piedra ennegrecida
por resbaladizos mantos que manan de la vida.
Atrás quedaron sueños de odio y despedida.
Me saludo la tierra con una bienvenida,
y vuélvome palmera, paloma, piedra y lira.